ALFARERIA Y CERAMICA

Taller de alfarerria y cerámica de la Escuela de las Artes alfonso Fraile de Marchena

Friday, August 04, 2006

Marchena, tierra de alfareros

JAS.-Aunque no sea algo suficientemente difundido ni divulgado, Marchena es y fué tierra de alfareros, como tantos pueblos andaluces que tuvieron sus talleres para abastecer el consumo propio.
Hasta hace cincuenta años, y durante siglos, el barro fue usado para el revestimiento de los edificios, desde los más modestos hasta los más lujosos, pero también sirvió para elaborar utensilios de uso cotidiano en los que se conservaban alimentos, otros que servían para guardar cosas, para el aseo personal, o para dar un toque de distinción. La llegada del petróleo y el plástico vino a dar la puntilla a la artesanía del barro, que en nuestro pueblo despareció por completo. Pero ahora sabemos que el petróleo se acabará, tarde o temprano y con él, el plástico.
La artesanía del barro, la alfarería y sus industrias afines comienza a vivir un nuevo auge generalizado, con el incremento del nivel de vida, el conocimiento de nuestra propia tradición, y el nivel de exigencia hacia elementos decorativos y constructivos de todo lo que nos rodea, en nuestra propia casa. Sólo ahora empezamos a ser conscientes del error que supone destruir elementos constructivos y decorativos de raiz tradicional, -o mucho peor, de interés histórico- mientras otros pagan auténticas fortunas por recrearlos. Y así vemos cómo van desapareciendo casas y molinos tradicionales, se destruyen o se venden vasijas y piezas artesanas alfareras, y otros pagan sumas imporatntes por una tinaja antigua.

La recuperación reciente de la alfarería y la cerámica marchenera se debe a dos iniciativas, por un lado
cerámica San Cristóbal, empresa creada por Juan Rafael Lora, para la elaboración de azulejos pintados y decorados a mano y por otro lado el taller de alfarería y cerámica de la Escuela de las Artes Alfonso Fraile, dirigido por Juan Manuel Herera Suárez, que regenta el taller Barroco, en la sevillana Alfalfa. Experto en la restauración de azulejos históricos, como los del Alcázar de Sevilla, o algunas iglesias hispalenses, que son los más valiosos de nuestro entorno junto a los de la alhambra granadina. Este monitor ha reproducido en el taller, junto a los alumnos, lás técnicas de elaboración manual de azulejos.

En el taller de alfarería y cerámica de Marchena se han realizado por vez primera en nuestro municipio, trabajos como azulejos hechos y pintados a mano con las técnicas de cuerda seca y alicatado, según las técnicas tradicionales de Al-Andalus y posteriormente decorados con esmaltes también hechos a mano.A pesar de que imitaciones de la técnica del alicatado decoran la mayor parte de las casas de Marchena, el taller de alfarería y cerámica de la Escuela de las Artes ha recuperado la técnica de aliceres, propia del alicatado andalusí.Ségún esta técnica, primero se hace una plancha de barro, luego se dibuja y recorta la pieza, que unas con otras van encajando como en un puzles, que una vez esmaltados producen el vistoso efecto colorido que conocemos en los reales alcázares de Sevilla o en la alhambra de Granada. Los aliceres andalusíes son una técnica que deja entrever un gran conocimiento de las matemáticas.Otra técnica tradicional usada ha sido la cuerda seca. Los azulejos hechos con cuerda seca salen de un molde de escayola, previamente dibujado y tallado. Una vez extraido y cocido el barro, se aplica la pintura en esmalte y se vuelve a cocer. Con esta técnica se han reproducido azulejos como el de la torre de la iglesia de San Juan. También se han realizado vasijas, jarras y jarrones con la téncica de churro, posteriormente envejecidas y decoradas con procesos totalmente artesanales, así como trabajos a torno, la técnica alfareria mas conocida y usada.
Familias de tradición alfarera
En el siglo XIX, las guías y crónicas como Madoz, citaban la existencia de cuatro alfarería de barro ordinario, que elaboraban piezas con características propias. Pero el uso de la alfarería y cerámica está presente a lo largo de toda la historia. No hay intervención arqueológica en el subsuelo, sea del perido que sea, que no revele la existencia de restos cerámicos de cualquier época, sobre todo romana y la tradicional árabe de esmalte verde.
Pero ha sido el estudio de las cubiertas de la iglesia de San Juan, recubiertas de cacharros de barro para aligerar peso, la que mas datos ha arrojado sobre la alfarería en los últimos 500 años. Por ella sabemos que existen más de 20 formas propias de vasijas locales, como cantimploras, lebrillos, morteros, queseras. En las bóvedas de nervaduras del presbiterio y altares laterales, de 1490 se han hallado grandes piezas, cuyo tamaño iba variando en función de la altura, desde tinajas, lebrillos, gonzalos, etc según el libro barros populares de Sevilla y provincia de Domingo Ramos y Gabriel Calvo.
Grandes sagas familiares en Marchena fueron alfareros, aunque Francisco Perea Lozano, es citado en esta obra como el último descendiente de los alfareros de Marchena, que se perdieron en torno a los años 50. El últim taller en activo fue el de Francisco Perea Carrero, el apellido Perea, estuvo ligado en Marchena a esta tradición artesana. También la familia de José Vaquero, procede de aquel arte. Nombres del callejero como Cantareros son suficientemente elocuentes.
En el siglo XIX había en Marchena varios alfares, aunque solo dos hacían cacharros, el resto se dedicaba a hacer tejas y ladrillos. Una de las ladrillerias mas antiguas era la de Juan Matas. La familia de Manuel Vicente, -de la saga de los perea- era conocida por la elaboración de cacharros, en su cantarería de la carretera del Palomar, en la que trabajaban sus dos abuelos, Francisco y Manuel, de los hijos de ellos dos, solo siguió el oficio el hijo ed Francisco, que llegó hasta 1957, año en que cerró el último alfar marchenero.
Los alfareros de Marchena extraían el barro blanco, también llamado Vícar, de los cerros o barreros de las inmediaciones del pueblo. El blanco era usado para los búcaros, al ser más poroso, y el rojo o terracota para otras piezas. Una vez extraído el barro era lavado, se eliminaban las impurezas, se cuajaba, se pisaba a pié y se hacía una pila de la que se iban sacando pellas para amasar a mano. Para el modelado se usaba un torno alto movido por la fuerza del pié y para cocerlo, un horno árabe, de ladrillo y planta cuadrada.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home